La ciudad de Sevilla esconde numerosos rincones y plazas desconocidas para los sevillanos y, por supuesto, para los turistas. A continuación se hace un breve recorrido por la que podría ser una ruta por las plazas “escondidas” de Sevilla.
Comenzamos en el entorno de la calle San Luis, en el barrio de San Julián. En esta zona apartada de la multitud, podemos encontrar la
plaza de Santa Isabel. Este lugar recuerda por su estilo, a la arquitectura de la zona de Jaén: su fuente y la impresionante fachada del convento que le da nombre a la plaza lo confirman.
Continuamos por la calle Santa Paula hasta encontrarnos con el monasterio y la plaza del mismo nombre. En la
plaza de Santa Paula llaman la atención el portón sevillano y los arcos conopiales que dan acceso al edificio religioso. En el frente opuesto destaca un paño de azulejo que alude a varios personajes de la novela de Cervantes “La española inglesa”.
Trasladándonos ahora hasta la calle Santiago, podemos llegar a la cofradiera
plaza de Jesús de la Rendención donde destaca, por inusual en Sevilla, el suelo empedrado.
Desde la zona de San Esteban podemos acceder a la
plaza de las Mercedarias, que se halla enclavada entre dos conventos. Aprovechamos para hacer un descanso en nuestra ruta y sentados en uno de los sevillanos bancos de hierro forjado que habitan la plaza, podemos observar la cruz “humilladero”, que recuerda que antiguamente este emplazamiento fue un cementerio.
Plazas ocultas en Sevilla
Continuando con nuestro camino, pero sin alejarnos mucho, podemos conocer la
plaza de las Cruces, donde además de las tres cruces de forja sobre columnas de mármol que hay en el centro, se pueden ver dos crucifijos de madera incrustados en una de las fachadas de la plaza.
Seguimos en el barrio de la Judería. Si hay una plaza oculta en Sevilla, es la
plaza de la Escuela de Cristo, un lugar recóndito donde los haya. En este bello y coqueto lugar destacan una cruz sobre columna, una fuente y dos azulejos conmemorativos.
El siguiente rincón, a pesar de encontrarse en pleno corazón de la ciudad, es un pequeño refugio del bullicio de turistas que suelen rondar por la vecina plaza Virgen de los Reyes. Se trata de la
plaza de Santa Marta: un lugar al que el sol difícilmente puede acceder debido a los numerosos naranjos que la habitan. Al igual que en ocasiones anteriores, una cruz preside esta plazuela. Como anécdota, decir que Zorrilla narra en su obra que fue aquí donde Don Juan Tenorio raptó a su amada Inés.
Acercándonos hacia el río podemos acceder al espacio delimitado por la
calle Habana (antiguo Patio de Mercaderes de la Real Casa de la Moneda) y otras calles menores. En sí no es una plaza, pero este enclave rodeado de edificios residenciales ostenta el título de Bien de Interés Cultural. Lo que hace a este lugar más especial es que a pesar de encontrarse en el centro neurológico de Sevilla, es un oasis libre de ruidos y transeúntes.
Muy cerquita se halla la singular la
plaza del Cabildo: sede filatélica y numismática de Sevilla gracias a su mercadillo dominical. Este lugar es punto de unión de la judería con el barrio del Arenal y construcción aneja al conocidísimo Arco del Postigo. De esta plazuela sobresale su peculiar estructura porticada sobre columnas de mármol, así como los singulares frescos que la decoran. Y en el frente, el tramo de muralla almohade que aún se conserva, con una fuente en el centro.
Y ya para finalizar esta interesantísima y desconocida ruta, nos trasladamos a la
plaza Teresa Enríquez, cerca del museo de Bellas Artes. Este lugar agrupa todos los elementos característicos de una plaza sevillana: poblada de frondosos naranjos, presidida por un
crucero, delimitada por típicas casas sevillanas en tonos albero y blanco, y tras de sí una de las muchas leyendas que plagan la historia de Sevilla.
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